Escribir en un diario

Wanderlino Arruda

Recibo en mi local de trabajo un sobre de “El Diario de Montes Claros” con un recado mecanografiado de Waldyr Senna, donde me decía que se trataba de un asunto que solamente yo podría resolver por estar directamente ligado a mi protegido. Dentro del sobre, un ejemplar del periódico, otro sobre con una dirección primaria, a pesar de que las sílabas estuviesen todas bien definidas con espacios uniformes, cosa de alguien que tiene costumbre y práctica de escribir con cierta regularidad. El aspecto gráfco: no bonito, ni feo, semejante en algún grado a centenares de los manuscritos de los jovencitos y jovencitas estudiantes de nuestras escuelas secundarias y quien sabe hasta de gente con un grado de instrucción escolar más avanzado.

¡Que espanto!, cuando percibo que el periódico está pasándome un problema que debería se suyo, y sólo vengo a comprender totalmente cuando termino la lectura y reconozco la firma de Paulo Tarcísio Silva.
Mi primera reacción es sonreír de la malicia del Director transfiriéndome lo que para él debería ser una “papa caliente”, de esas que Ilegan casi diariamente a la Redacción, de gente que quiere hacerse notar a cualquier precio, viendo sus producciones publicadas en letra de forma.

“Vengo por medio de la presente carta a dirigirme al señor con el que yo estudié Periodismo por medio de las Escuelas Asociadas de Cursos Libres”. Se presenta Paulo Tarcisio. “He escrito varias cosas y al mismo tiempo me he perfecionado en la adquisición de nuevos conocimientos. Yo querría que el señor me diese algunas explicaciones y detalles sobre cual sería el medio más fácil para iniciarme en la profesión, tal vez hasta como colaborador. Escritura fluída, directa, humilde, pero firme, Paulo Tarcísio se identifica y dice a qué viene. Quiere ser periodista, pide que le indiquen el camino mejor, explicaciones con detalles que la Escuela Libre no le enseñara por correspondencia.

“Tengo varios amigos, iniciados en la carrera periodística, entre ellos destaco al señor Wanderlino Arruda, a quien considero como uno de mis mayores incentivadores”.

Es así que el remitente me coloca en la historia, dándome naturalmente una parcela de responsabilidad en su entusiasmo, como que un aval intelectual de su trabajo aún oculto para los ojos de los lectores.

“Pido al señor si fuese posible por lo menos indicarme las direcciones de otros periódicos de Janaúba, Brasilia de Minas, Pirapora, Januaria, Bocaiuva. Tal vez yo entre en contacto con ellos y consiga ejercer esta tan soñada porfesión. Si yo fuese atendido, quedaré muy agradecido al señor.”

Presentada la carta en su entero tenor, simple y directa para no dejar al periódico la pregunta de Paulo Tarcisio, firma dejando antes un deseo de felicidad al destinatario.

Sé que el lector también a esta hora se pregunta: ¿ qué hay de extraño en una persona que deseando ejercer una nueva profesión pide ayuda y orientación? El asombra del periódico tal vez consista en el aspecto general de la escritura y en algunas imprecisiones de lenguaje, que en la transcripción dejé pra atrás. También porque Paulo Tarcisio no sólo quiere la publicación de su carta, como acostumbran los lectores que escriben al periódico. El quiere ser periodista, si no fuese posible en Montes Claros, por lo menos en ciudades menores de nuestra buena vecindad, para él más adaptadas a su humanidad.

Mis aclaraciones finales para el periódico y para los lectores Paulo Tarcisio Silva es realmente mi amigo, y he dado a él los incentivos que bien merece. No es un joven, en la expresión más pura de la palabra, debe ser un hombre de entre veinticinco y los treina años. No tuvo una enseñanza regular, estudia como puede en cursos nocturnos o por correspondencia. Lee mucho diariamente, incluso no pierde un número de El periódico de Montes Claros. Suas lecturas son efectuadas de mañanita, en la hora del almuerzo, o después del baño en la pila cuando sale del trabajo. Su sueño es realmente ser un intelectual, de ser posible estudiar Derecho, para usar más tarde traje y corbata, hablar bonito y estusiasmar a las multitudes. ¡El periodismo será una forma de Ilegar allá! Paulo, en este momento, todavia no puede dejar su profesión, pero lo hará cuanto antes le sea posible. Aún ejerce el pesado cargo de ayudante de albañil. Y vive sudado todas las horas de su vida.