Dios ordeña el blanco
en hálito de luminiscencia
porque el brillo es virgen.
Las sombras viven de ausencias
y el diseño del viento
es libre.
Él pinta... rojos, amarillos
y beiges.
Verano con frescor de primaveras
Y de dulces otoños.
Todo así azul, azul de
esperanza
Hay millares de silenciosos crepúsculos
y amaneceres sin nubes.
En
la floresta desconocida
la inmortalidad vive.
Y en las alturas de las montañas
los colores alimentan el infinito:
¡eterno canto del Rey David
apasionado amor que alegra los
horizontes!