Los individuos que nacen durante este período son
posesivos, siempre a la búsqueda de seguridad y goce
de las alegrías de la vida. Venus, regente del signo,
empuja a buscar el placer y la satisfacción de los
deseos materiales. Tauro corresponde a la segunda
casa del Zodiaco, que representa el momento en el
que el recién nacido tiende a satisfacer su propia
oralidad. Ve la posesión de los bienes como indispensable
para conquistar la seguridad material, que pueda asegurarle
a él y a los suyos la supervivencia, protegiéndole
de todo riesgo. La tenacidad, la ponderación y la
perseverancia le hacen llegar casi siempre a sus metas
prefijadas.
A menudo es un trabajador metódico y fiel, dotado
de una gran resistencia tanto física como psíquica,
lo que le convierte en un ser muv equilibrado ante
los obstáculos y las dificultades. Amante de la buena
mesa, del ocio y de la comodidad. Es, también, un
instintivo, un ser sano, en contacto directo con la
naturaleza universal. Sus instintos son imperiosos,
sensiualidad desbordante, bien instalada en lo real
por un capital de salud que puede embrutecerlo en
un egoísmo confortable. Estos instintos son, sobre
todo, captadores: captan, absorben, como raíces en
la tierra.
Este tipo es, pues, sobre todo, un instintivo oral,
lleno de deseos digestivos, inclinado a engordar,
a tragar, a asimilar, a adquirir, a poseer, a conservas,
a vivir lo más intensamente posible en el mundo del
poseer. La exaltación de la vida es vivida a la manera
sensorial, haciendo de él un dionisíaco: encantamientos
terrestres, grandes voluptuosidades, amor por la tierra,
la Naturaleza... y sus gustos son siempre sanos y
sencillos. Sensual, posesivo en las relaciones afectivas,
Tauro tiende también a considerar a su pareja como
un objeto de su propiedad: de aquí los fuertes celos
que pueden empujarlo a veces a verdaderos actos de
cólera violenta.
Respetuoso con
las tradiciones,
es un conservador,
a menudo un moralista,
e intenta alcanzar
un puesto en la
vida respetando
las convenciones
y reglas sociales.
Su amor por el
hogar le empuja
a invertir su
dinero en bienes
inmuebles, que
le hacen sentirse
seguro e inmune
a los riesgos
tan detestados
por él.
Si en la carta
natal la posición
de Saturno es
fuerte, el deseo
de posesión puede
transformarse
en avidez y avaricia,
con un carácter
melancólico e
inclinado a la
monotonía y al
pesimismo. Si,
por el contrario,
priman Júpiter
y Venus, planetas
hedonisticos,
el amor a los
placeres de la
vida puede ser
muy intenso convirtiéndolos
en personas extravertidas,
expansivas y optimistas,
aunque también
inclinadas a la
exageración en
todos los planos
de la vida, con
escaso autocontrol.
El sentido del
dinero es, de
todas maneras,
muy fuerte en
ambos casos.
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