Un sueño en la madrugada

Wanderlino Arruda

Normalmente llegamos a la casa del profesor José Oliveira Fonseca en la calle Carlos Pereira, a las cinco de la mañana. Todos los días, de lunes a sábado allá estabamos para la clase de análisis sintácticas y de otras cuestiones más objetivas de la lengua portuguesa. No éramos muchos, pero, éramos bastante curiosos e interesados, principalmente Mauro Lafetá, Corbíniano Aquino, Afranio Nogueira y yo. Candidatos a las pruebas de ingreso de Derecho en Pouso Alegre o Niterói. Yo estudiante del Curso de Letras, aprovechando la maestría del profesor Fonseca, el mejor que pasó por la asignatura en Montes Claros.
Era tiempo excelente, alegre, pleno de maduro entusiasmo, sueños de personas que, a cierta altura de la vida,, saben que hacer y con que ocuparse. Afranio acaba de dejar las clases de la primera práctica del Madureza y ya cursaba, por la noche, las últimas unidades para enfrentar el segundo grado, con un esfuerzo tremendo de año y medio entre la escuela Secundaria y la Universidad. Mauro, con toda aquella pose que Dios le dió, serio, compenetrado, soñador, casi ya exigía que le tratase de Doctor. Era todo una belleza, aún el profesor nunca hubiera dado un cafesito para espantar el sueño de levantarse tan temprano.
Fue por allí, madrugadas en transformación de la aurora, mañanas del gustoso friesito para poco abrigo, que el profesor y nosotros hicimos las primeras propuestas para la fundación de la Faculdad de Derecho. Entre un análisis y otro, entre un verbo y un sustantivo, una nueva observación sobre el futuro de la Segunda faculdad de Montes Claros. ¿Quién estaría dispuesto a colaborar? ¿Con cuáles abogados podríamos contar para la formación del cuerpo docente? ¿Quién podría ser el primer director? ¿Dónde funcionar? ¿Dónde buscar apoyo financiero? Eran preguntas y más preguntas, tan constantes, y tan asiduas como los propios formuladores. No duró mucho tiempo la temporada de sueños y cogitaciones y, en menos de un mes, ya estabamos, en la calle, buscando apoyo, habiendo encontrado el diputado Leziño, tio de Mauro, y hombre próximo al gobierno, y al inspector Zeziño Fonseca, que quedó mas entusiasmado que nosotros mismos. La lucha tomaba cuerpo, se creaba del espíritu la seria decisión.
Mauro cada vez más encantado y, anticipadamente victorioso.
Iniciamos la primeras consultas a los principales abogados, a través de una comisión, Mauro, Afranio y yo, en un desdoblamiento de trabajo hecho antes por Francisco Santos y Corby. Nadie puede imaginar y tampoco prever las reacciones humanas y profesionales, delante de un desafío. ¿Quién podría calcular dónde estaría el interés personal, el desprendimiento, el entusiasmo, o al contrário, el miedo de la futura concurrencia? ¿Quién podría creer en aquellos soñadores, queriendo hacer las cosas de bajo para encima, invirtiendo toda la lógica aceptable?
Realmente frente a la propuesta, futuros mestres se mostraron ora contentos, ora tristes, yla mayoría de las veces terriblemente irónicos.
¿Quién quería fundar una facultad de Derecho en Montes Claros? Locos, era lo que pensaban que éramos... ¿Por qué no iban a estudiar por correspondencia como hicieron tantos otros, paseando de vez en cuando? Sería más fácil, que crear una escuela...
Dos factores se tornaron importantísimos en nuestra lucha: El JMC quedó contra, afirmando que no necesitaba de la formación de los nuevos licenciados, el mundo ya estaba muy lleno de abogados, parecieron interesados en nuestro trabajo el profesor João Luiz de Almeida y los diputados Francelino Pereira y Cícero Dumont. Doctor João nos cedió las Instalaciones del Instituto para el funcionamento de la escuela y se dispuso a ser el primer director; Francelino llevó las ideas y los planos al gobernador Magalhães Pinto; Cícero organizó los estatutos de la Fundación.
Nadie podría oponerse más. Los contra y los a favor estimularon todavía más nuestro frente de batalla. La reacción de la prensa provocó un desafío, la ayuda de los amigos poderosos dió el condimento que faltaba.
Hoy un final feliz, con la FADIR haciendo veinte años. Tengo bien guardadas grabaciones del día definitivo de la fundación, reunión realizada en la calle San Francisco, en la Delegación de Enseñanza en la sala de trabajo de José Monteiro Fonseca.